
El inventor pencón de estas letras, en la década de 1930, debió proponerse una estética que rompiera el molde clásico de las fuentes de caracteres y se lanzó a crear esos tipos “locos” con el aspecto de estar semi despegados de su soporte que, por tanto, proyectaran sombras. Tal vez sin quererlo inventó letras corpóreas y, en consecuencia, echó las bases de una temprana línea imitativa del 3-D en la gráfica de la comuna. Esos caracteres resultaron ser, a la postre, originales de Penco. No están en otra parte, son únicos.
Las letras a las que nos referimos ilustraron por décadas unas de las veredas interiores de la antigua plaza pencona: “I. Municipalidad de Penco 1938-1941”. A muchos les transmitían la idea de estar achicharradas por el sol y que, por consiguiente, se habían desprendido de las baldosas, tal fue la fantasía de quien las creó.
Decenas de miles de pencones a lo largo del tiempo vieron esos caracteres en su paso por aquella vereda, de día o de noche, invierno o verano, con lluvia o sin ella. Nuestros padres y abuelos se contaron entre quienes las leyeron en sus caminatas por la plaza, quizá por eso las letras resultaron ser tan nuestras. Los jardineros a cargo del señor Sunkel, quien tuvo la responsabilidad de mantener ese espacio público, barrieron centenares de veces las mentadas baldosas retirando hojas; y seguramente, hasta el mar pudo llegar hasta ellas y cubrirlas en parte con sus agitadas olas durante el maremoto de 1960. Inclemencias extremas del tiempo climático, la fuerza telúrica, pies con zapatos, con ojotas o descalzos pasaron sobre ellas sin desdibujarlas ni borrar su escueto mensaje.
Al igual que en Santiago, donde confirieron el título de monumento nacional a letreros publicitarios emblemáticos como Champaña Valdivieso o Calcetines Monarch de la avenida Bustamente, en Penco los caracteres de su antigua plaza podrían también ser monumentos locales, si tal categoría existiera.
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Foto de Wikipedia. |
Ese estilo vanguardista en la gráfica fue copiado y aplicado, por ejemplo, sobre los terciados de los tambores de la banda de guerra de los scouts de la “Armando Legrand” y en los terciados de sus banderas y emblemas. Escrita en esos soportes de cuero la palabra Penco en caracteres negros sobre fondo blanco se leía de lejos en los desfiles en la ciudad o fuera de ella. Las letras usadas en esa indumentaria scout eran muy parecidas a las de la plaza, influencia estilística nada más.
Por último, y sobre el letrero del paseo público pencón, vaya nuestro tardío reconocimiento a su anónimo creador, a quien visó en la municipalidad su propuesta rupturista de identidad gráfica y a los desconocidos trabajadores que tuvieron la paciencia cariñosa de instalarlas en la vereda y después, a quienes las mantuvieron.