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ANÉCDOTAS EN PENCO DE LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL QUE GANÓ PEDRO AGUIRRE CERDA

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El Presidente Pedro Aguirre Cerda en una actividad con Carabineros (foto de la revista institucional).

          En Penco había ajetreo político en aquellos últimos días del invierno de 1938, porque el 25 de octubre de ese año el país elegiría al nuevo presidente de Chile, ya que expiraba el mandato de Arturo Alessandri Palma, “El León de Tarapacá”. Para entonces, estaba en plena vigencia la Constitución de 1925, propuesta por aquel mandatario corpulento y de gran vozarrón en su primer período. La “matanza del Seguro Obrero” en Santiago que significó la muerte de 62 jóvenes nazis a manos de la fuerza pública (se salvó uno), a sólo metros de La Moneda, complicó la opción del gobierno saliente. La masacre ocurrió sólo 29 días antes de le elección. Los dos candidatos más importantes que se postulaban eran, el oficialista (de la coalición encabezada por el partido Conservador) Gustavo Ross Santa María, ministro de Hacienda del gobierno saliente y el profesor Pedro Aguirre Cerda, apoyado por el izquierdista Frente Popular. Un tercer candidato fue el general Carlos Ibáñez del Campo, de la Alianza Popular Libertadora, sin embargo, cuando faltaban días para la elección retiró su candidatura, pero su nombre quedó en la papeleta.

          Todos estos antecedentes palpitaban en Penco, una ciudad mayormente obrera, y perfectamente al tanto de los acontecimientos nacionales. Sobre el clima político local, hace muchos años, en una conversación de un círculo de amigos, escuché algunas anécdotas contadas por don José Riquelme Araneda, presidente del club deportivo Atlético. En dicho encuentro, don José recordó aspectos que él observó en Penco en el forcejeo político por alcanzar la Presidencia de Chile.
Don José Riquelme Araneda.
Dijo, por ejemplo, que los partidario de Ross en las marchas y en sus concentraciones en la plaza, adaptaron la música de un himno del cancionero católico, aquel titulado “Hasta tus pies”. Usaron la melodía, de origen mexicano, en la parte del estribillo que dice “a Dios queremos en nuestras leyes, en la escuelas y en el hogar”. Los adeptos a los conservadores lo cantaban en Penco, según el entretenido relato de don José: “A Ross queremos en nuestras leyes…”
          Otras fuentes, como Wikipedia, confirman esa versión y agregan otras creaciones del comando del multimillonario Ross que quería ser presidente y que anduvo cerca. A la misma idea de su apellido que rima con arroz le sobrepusieron la música de la canción brasileña “Mamá yo quiero”. Sin embargo, la oposición a esa candidatura, en este caso el Frente Popular también difundió estribillos y gritos de campaña que hacían referencia al arroz, pero con un obvio propósito contrario y sombrío: “Si a Ross tenemos, arroz no tendremos”.
          Gustavo Ross, mientras estuvo en Hacienda, pudo controlar con drásticas medidas la inflación que aquejaba a la economía. Por eso, sus partidarios lo llamaron “el mago de las finanzas”, pero sus oponentes lo apodaron “el ministro del hambre” por el impacto de tales medidas en las clases más desposeídas. En la reñida elección de 1938 Pedro Aguirre Cerda obtuvo el 50,45% de los votos y Ross, el 49,52%.  Este último perdió por 4.111 votos, de los 441.441 sufragios válidamente emitidos. Ibáñez reunió sólo 112 votos, con el 0,03%. En la provincia de Concepción (no tenemos el detalle de Penco) los resultados fueron los siguientes: Aguirre Cerda: 17.417 votos; Ross 9.743. Ibáñez obtuvo 1 solo voto.
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Las cifras de esta nota fueron tomadas de Wikipedia. 


CRAV LO APOSTÓ TODO EN SU PROYECTO DE LA EX GRANJA COSMITO

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El arco de la Granja Cosmito, como pudo haber sido en aquellos años. Imagen retocada en computador.

         El arco, si es que todavía existe en el ex fundo Cosmito, fue el elemento arquitectónico eje que articuló al núcleo de edificaciones de la industria lechera, que CRAV desarrolló en los años 40, con la idea de cambiar de giro. El predio era de su propiedad y se situaba a medio camino entre Penco y Concepción. Si uno pretendiera hacer un análisis nada más que de la construcción que subsiste, simplemente hallaríamos que carece de sentido, sin embargo, si miramos antiguas fotografías de esas instalaciones, se comprende el concepto estético que pusieron en práctica aquellos arquitectos. Una mirada del conjunto demuestra lo que se ha dicho en más de una oportunidad que la inversión que CRAV hizo en Cosmito fue estratosférica. Todavía más, visto en perspectiva, hay quienes afirman que ese gasto fue intrépido y quizá alocado.
Esta foto real, del calendario que CRAV publicó en 1945,  nos permite entender cómo la arquitectura de proyecto Cosmito se articulaba perfectamente a partir del arco de la lechería y adquiría pleno sentido.
      Todas las construcciones eran de gran calidad en la factura y no se escatimaron recursos para emplear tecnologías modernas para la época, apostar por el uso de  materiales nobles sin olvidar la belleza y el buen gusto. La decisión de invertir fue corajuda pero llena de esperanza, entonces, de recuperar el dinero en un plazo corto. Sin embargo, las expectativas de ganancias no se cumplieron según los cálculos y el impulso inicial comenzó a perder fuerza porque cada vez más opiniones en CRAV se pusieron a la defensiva, hasta que la realidad dio su veredicto: no se puede gastar más dinero. Entonces la empresa azucarera puso marcha atrás y el primer impacto fue que esas edificaciones magníficas dejaron de tener el mantenimiento que habían recibido en el comienzo, por lo que el deterioro inició su avance inexorable.
      Y no sólo la falta de cuidados y el olvido participaron en la destrucción del proyecto Cosmito, también contribuyó el expolio. Personas furtivas se llevaron de a poco todo aquello que pudieron sacar. Así la antigua y orgullosa granja fue desvaneciéndose. Ahora, cuando avanza el siglo XXI, Cosmito es un conglomerado de casas que crece junto con otro tipo de empresas, muy lejanas de la original. Lejos también van quedando en el tiempo aquellos esplendorosos años 40. 
Foto real de la ex Granja  Cosmito captada hace 5 años.
     En el momento en que escribía esta nota escuchaba en Youtube, al cantante español Paco Ibáñez, quien interpretaba su tema: “Ya no hay locos en España”. Y en unos versos, Ibáñez cantaba la pura verdad: “Hoy en día todo el mundo está cuerdo, horriblemente cuerdo…ya no hay locos”. La letra de esta canción y su significado más profundo nos dice que a la luz del duro pragmatismo liberal que impera ahora sería impensable que a alguien se le ocurriera invertir en algo así, porque ¿quién con ilusiones y esperanzas apostaría todo su dinero en un proyecto tan lindo como fue Granja Cosmito?  Es que, “ya no hay locos en Chile” también parece recitar la canción...  

DIVERSIÓN CON LAS LIANAS DE LOS BOSQUES NATIVOS DE PENCO

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La fecha roja muestra una liana. La foto fue captada en el bosque nativo del cerro Cayumanque.

              Viajar en lianas es una manera poco ortodoxa de ir de un punto a otro. Pero, se puede al menos en la ficción como, en parte,  sólo en parte, en la realidad. Tarzán, por ejemplo, el personaje creado por escritor norteamericano Edgard Rice Burroughs en 1912, como se sabe, vivía en la selva africana y  se desplazaba usando lianas que colgaban de los árboles y que estaban perfectamente ubicadas para que sirvieran al propósito de la historieta. Eso es en la ficción. Pero, centrémonos en las posibilidades que ofrecía Penco para el uso de tan inusual medio de transporte…

          Se podía imitar a Tarzán en los bosques nativos que para entonces aún había en los cerros pencones. En esos lugares colgaban lianas, esas plantas que trepan adhiriéndose a un tronco firme para llegar al follaje superior y allí recibir la luz solar. Estaban tan bien agarradas, que si uno tomaba un extremo, se aferraba firme y daba un salto con fuerte impulso, la liana funcionaba como un péndulo, llevando su carga humana varios metros más allá, donde uno podía descolgarse y tomar otra liana y seguir “viajando”. Estos juegos disponible sólo en los montes eran comunes en el fundo Coihueco, más allá del tranque donde se podía internar un poco en el tupido bosque chileno.
          Pues bien, la liana a que nos referimos, también recibe el nombre de boqui o voqui, en mapudungún. Los campesinos de antaño y los aborígenes usaban el boqui como cuerdas para atar troncos, por su firmeza y flexibilidad. En los cerros de Penco era frecuente ver cercos en que los palos estaban amarrados con esos tallos. Por estas características, también se lo emplea en cestería. Recién cortado el boqui parece un cordel y su ductibilidad es notable. Además tiene la ventaja que una vez que se seca ya es imposible de desatar por su componente de madera dura. En tal caso, no queda más que quebrarlo o usar un hacha. El boqui siempre salvaba si se presentaba la necesidad urgente de algo con qué amarrar y no se disponía de un cable o un cordel a la mano.

     Tenemos que precisar eso de medio de transporte, dicho al comienzo de este post. No es tan así, esas ramas sirven para saltar grandes trechos, pero no es canopy o tirolesa tradicional. No es un medio para viajar dentro del monte. Es sólo una hipérbole. Pero, los niños montaraces de Penco hallaban en los boquis no cables que sirvieran para atar, sino cordeles pendientes de árboles con los que divertirse: avanzar en el bosque colgando como Tarzán. Y cómo no, con el grito característico del personaje de ficción incluido:   ¡AAAAAAoooooooooooooouuuuuuu!
El actor Johnny Weissmuller, encarnando al célebre Tarzán en el momento del famoso grito.

UNOS PENCONES POSABAN DE RUDOS Y HABÍA MUJERES BUENAS PARA EL MATE

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HABÍA ACTITUDES ADOLESCENTES en muchos que ya eran adultos en Penco. Una de esas conductas, por ejemplo, imitar lo que veían en el cine y que no pertenecía al uso local. Los imitadores querían aparentar ser tipos rudos, como los cowboys de las películas. Cuando se presentaba la posibilidad, algunos montaban caballos emulando la forma de cabalgar de los vaqueros del celuloide. Sin embargo, lo más fácil para impresionar a otros era encender un cigarrillo al modo de los rudos. Eso sí, había que hacer una producción y ensayar un par de veces la maniobra para que la acción sorpresa saliera natural, como en las películas. Veamos: El adolescente en cuestión (aunque mayor, por supuesto) le quitaba la banda de lija a una caja de fósforos. La pegaba ya fuera en la suela de sus zapatos o en un lugar elegido para “hacer la talla”, ya fuera el tronco de algún árbol, un poste o una muralla. Así, pues, nuestro personaje durante alguna reunión invitaba a un cigarrillo y encendía el fósforo frotándolo contra la suela de su zapato. Ooooh, decían los otros. Y, si era necesario prender un segundo fósforo, lo hacía rozar contra la muralla, el poste o el árbol (donde estaba la lija previamente pegada), ooooh, continuaban exclamando los contertulios como si estuvieran frente a un mago. Cuando el adolescente-viejo (que se creía cowboy) conseguía ese efecto perfectamente calculado, inflaba el pecho y se hacía el desentendido, como en las películas.

www.desmotivaciones.es

LAS MUJERES HACÍAN VIDA SOCIAL a su modo, en reuniones sólo de ellas. El centro de gravedad de estos encuentros frecuentes era el mate. ¿Cuándo nos vamos a juntar a matear? se preguntaban para convocarse. Por años el mate fue la bebida más consumida por las mujeres de los estratos obreros en sus casas. La yerba se vendía a granel en todos los almacenes de los barrios a un precio conveniente. Para que aquellas reuniones fueran exitosas, ellas compartían sus mates y, cómo no, era la ocasión para conversar, “darle a la sinhueso”, se decía popularmente. Pero, hablar de asuntos familiares o personales era ingresar en la antesala de la etapa siguiente: el pelambre, el segmento más sabroso de la reunión. Quizá por eso tomar mate en la compañía de más personas se interpretaba como pelar. Por consiguiente se decía que en estas reuniones en torno a esa bebida participaban materas-peladoras. Y para cerrar este relato, digamos que había algunas variantes para la infusión del agua y la yerba, también se tomaba mate de leche y cuando hacía frío, las materas le agregaban una pisquita de aguardiente.

UNA MALETA DE MADERA: EL DISTINTIVO DE UN CARPINTERO EN PENCO

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         En Penco era pintoresco el ambiente callejero, por los trabajadores que circulaban por ahí. Uno podía jugar a las adivinanzas viéndolos pasar, cuáles serían sus ocupaciones. Así, por ejemplo, los mineros de Lirquén llevaban sus cascos negros puestos en sus cabezas cuando salían de sus casas en dirección a la mina, los obreros de Fanaloza regresaban de la fábrica trayendo sus viandas vacías, los pescadores, con remos al hombro, bajaban de los cerros en dirección a la playa donde estaban sus botes. Por los objetos que portaban o la vestimenta resultaba fácil reconocer la actividad. Pero, nadie se equivocaría nunca en identificar a un carpintero de la construcción, porque cada cual llevaba una pesada maleta de madera por cuyos lados se asomaban los extremos de un serrucho. Uno se topaba con ellos (y con sus maletas) en las calles o arriba de la micro.
          Aunque para los estándares de hoy resultarían absolutamente poco prácticas, en los años 40 y 50 del siglo XX las maletas al alcance del bolsillo popular estaban hechas de cartón grueso enchapado y reforzado con correas, de mimbre tejido o de madera barnizada. En cambio, las de marca, fabricadas en cuero o suela, resultaban ser demasiado costosas para un obrero. Junto con el propósito específico de los carpinteros, que hemos mencionado, aquellas de madera las usaban también los jóvenes que se enrolaban en el ejército. Ahí llevaban sus cosas cuando se presentaban en el regimiento. Quienes hacían estos contenedores escogían maderas livianas, como álamo seco, por ejemplo, pero el usuario notaba igual lo denso de la tara. Pesaban más que el contenido, incluso las de madera terciada. Los kilos se triplicaban cuando llovía. Bueno, ¡qué más se podía exigir si al fin y al cabo era un cajón con una sola asa con el aspecto de una maleta!
        Volvamos a los carpinteros que trabajaban en la construcción. De seguro esos contenedores portátiles de herramientas los hacían ellos mismos. Un martillo, un formón, una cepilladora, un nivel, pliegos de lijas y, sin duda, la comida y una chaqueta además del serrucho, colmaban la capacidad de la maleta. Cuando ya ha pasado tanto tiempo, no hay carpintero de la construcción al que preguntarle por qué no dejaban sus herramientas guardadas en la pega. Por alguna razón, que nosotros no podemos afirmar, andaban con la famosa maleta para todos lados. Conjeturamos, eso sí, que atendían más de un trabajo durante la jornada en lugares distintos hecho que los obligaba a tener sus herramientas cerca. Bueno es recordar, por si acaso, que por esos años los obreros y los artesanos no tenían vehículos propios... y menos uno con porta-maletas.

MÚSICO CIEGO, QUE HIZO CANTAR A UN ÓRGANO COMO SER HUMANO, ASOMBRÓ A LOS RADIOESCUCHAS DE PENCO

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Teclado y barras de un órgano Hammond. (Fotograma de Youtube).

          Las radios de Concepción y Talcahuano, que se oían en Penco (no había televisión), revolucionaron la música que le gente estaba acostumbrada escuchar al reproducir a cada rato el impacto que asombraba al mundo y que venía de México: las interpretaciones de un músico ciego, nacido en Aguas Calientes, que había logrado el prodigio de hacer cantar como ser humano a un órgano, o sea, a un instrumento de barras y teclas inanimado. ¡Claro que era sorprendente!
      Composiciones tradicionales del cancionero mexicano reproducían las radios de la zona pero cantadas por ese poco común instrumento musical con teclado y pedales. El talento fue del músico Ernesto Hill Olvera, quien había estudiado música y con muchas horas de dedicación logró hacer sonar como con voz humana a un órgano Hammond.  
    A este respecto, uno puede leer en el sitio enlacefunkextranet.blogspot.com lo siguiente: “Valiéndose del órgano Hammond, (Hill Olvera) descubrió que al abrir gradualmente las barras, se formaban las vocales y del movimiento de las mismas se iban formando las palabras. Luego, en el momento de la ejecución, con su mano izquierda habilitaba una u otra combinación, en tiempo real, combinándola con ciertos giros musicales que simulaban los sonidos del habla. Otros músicos como Amado Melín en Argentina, y Evaristo Enríquez Zavala y Luis Fernando Zepeda en México hicieron el mismo descubrimiento y perfeccionaron la técnica.”
         Hill Olivera, quien perdió la vista por el destello de un relámpago cuando era guagua, murió a edad de 30 años en 1957. Este novedoso estilo de hacer música popular no persistió en el tiempo y los pocos que la practican hoy lo hacen solamente en fiestas o reuniones familiares, según se dice en internet.
El organista Ernesto Hill Olvera ejecutando el tema "Un Viejo Amor". (Fotograma de Youtube).
           Pues bien, en Penco, decíamos, estas canciones interpretadas por las notas de un Hammond estaban en boca de todos, no por la lírica o la melodía que ya eran bastante conocidas, sino por la novedad de ser emitidas por un instrumento semejando a humanos. Cuando la gente oía “Un viejo amor”, “Reloj”, “Vereda Tropical” ejecutados por Hill Olvera en su órgano hablador era una admiración. “Se le entiende todito”, comentaba sorprendida la señora Chela, una vecina de calle Yerbas Buenas, aficionada a oír la radio. Por esos mismos días de finales de los 50, se anunció la presentación de un show, de aquellos de artistas en gira,  en el Hogar Gimnasio Fanaloza. “Ojalá que venga a Penco uno de esos que hacen cantar el órgano”, decía esperanzado un trabajador de Vipla de Lirquén de apellido Carrasco…  Llegaron los artistas al escenario del gimnasio, recinto que se colmó de público, como siempre ocurría con estos espectáculos en vivo. Pero, no vino el esperado (sin razón alguna) ejecutante del órgano. (Siempre me pregunté por qué hubo gente que se ilusionó con esa fantasía). Pero, sí el plato fuerte de esa noche fue el excelente músico chileno Ariel Arancibia, quien se las mandó con un solo de guitarra eléctrica, extraordinario. “Yo oí que hizo hablar la guitarra”, dijo con fino humor el “Pirincho” Contreras al término del espectáculo afirmación que desató la risa del Lucho Sandoval y de otros que lo rodeaban.


CIENTÍFICOS HALLAN LOS PRIMEROS VESTIGIOS DE DESAPARECIDA IGLESIA COLONIAL EN PENCO

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El alcalde de Penco, Víctor Hugo Figueroa indica al autor de esta crónica el lugar donde pudo estar
el atrio de la iglesia de los Franciscanos.
        Investigadores de la Escuela de Arqueología de la Universidad de Concepción, a invitación del alcalde de Penco, Víctor Hugo Figueroa, quien consiguió las autorizaciones correspondientes del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) para excavar sitios con potencial histórico en la comuna, hicieron 4 fosos en una propiedad ubicada frente a la plaza de Penco por calle Las Heras con el fin de localizar vestigios de la primitiva Iglesia de San Francisco construida durante el período colonial (1600).  El templo fue arrasado por terremotos y maremotos, y posteriormente abandonado por la congregación franciscana con su traslado al actual Concepción.
El alcalde Figueroa explica con el mapa de Frazier el sitio de la excavación. Observa el arqueólogo Pedro Andrade. (Foto del municipio pencón).

        Los arqueólogos penquistas, encabezados por Pedro Andrade, se ajustaron rigurosamente a los espacios autorizados por el CMN para investigar y siguieron las pistas sugeridas por el alcalde a partir de la información científica obtenida dos años antes por especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Entonces el equipo mexicano realizó una primera observación técnica del subsuelo con un aparato de geo radar. Como se recordará, ellos prospectaron en zonas específicas de la ciudad  sobre la base de un plan del alcalde Figueroa articulado con la información contenida en el mapa de Penco boceteado por el científico francés Amadeo Frezier en 1716. Esta vez enfrentado a tener que decidir los cuatro puntos permitidos para excavar, Figueroa tomó esos datos y con el mapa del siglo XVIII en la mano apeló a sus propios estudios y a su intuición para iniciar las excavaciones tentativas.
        El jefe comunal, impulsor de este esfuerzo por recuperar los testimonios de la historia pencona y chilena, dijo dirigiéndose a la Sociedad de Historia de Penco (SHP): “Estábamos contra las probabilidades porque en un predio tan grande hacer cuatro fosos para encontrar algo de valor patrimonial, la verdad es que no es sencillo. Hicimos la primera excavación y no encontramos nada, lo que se halló en la segunda no tenía mucho valor. Y se hizo una tercera excavación que yo pedí hacerla en ese punto porque consideré que era de mayor relevancia. Y a pesar de que el arqueólogo no tenía la intención de hacerlo, al final negocié con él y se hizo”.
La excavación arqueológica muestra el piso de la desaparecida iglesia. (Foto del municipio pencón).
LOS CIMIENTOS DE LA IGLESIA
        Agregó el alcalde Figueroa en un informe verbal entregado a la SHP sobre lo que vino a continuación: “Y en ese punto, efectivamente encontramos la zapata, encontramos el pilar, la base, el cimiento de una iglesia. ¿Y por qué se trataba de una iglesia? Por la característica del cimiento por la cantidad de ladrillos. Encontramos una capa de 8 ladrillos uno sobre otro y debajo de eso una cantidad importante de piedras que tienen ángulos rectos. Por tanto, hacen suponer muchísimo que era la estructura de un edificio importante”.
        Una primera razón para creer que se trata efectivamente de la iglesia de San Francisco se fundamenta en la técnica empleada en los vestigios a la vista, que según la información reportada por el CMN corresponde a la que se trabajaba en el 1600. “Por lo tanto, este fin de semana encontramos la iglesia de San Francisco de Penco. A pesar que son fosos de 1 metro x 1 metro que fue lo que nos autorizaron, logramos dar justo con el límite de lo construido y lo no construido, lo que permite exhibir lo que ahí está”, dijo con entusiasmo el alcalde.
Integrantes de la Sociedad de Historia de Penco, en el lugar de las excavaciones. De izquierda a derecha, Manuel Suárez, María Cristina Ferrada, Pedro Andrade (arqueólogo), Jaime Robles y a la derecha, el artista plástico José Vergara.
     El martes siguiente, Víctor Hugo Figueroa convocó a los miembros de la SHP para una visita guiada. De la entidad concurrieron nueve personas encabezadas por su directiva con su presidente Jaime Robles; su secretaria María Cristina Ferrada; y el tesorero Manuel Suarez. También asistieron las direcciones de 2 colegios y del Liceo de Penco así como los jefes de servicio del municipio. En el lugar de las excavaciones se presentaron unos 30 invitados. También estuvieron en la cita los arqueólogos. Luego de observar los trabajos, el alcalde hizo un macizo resumen de lo realizado en materia de búsqueda de vestigios patrimoniales de la ciudad y de los resultados obtenidos. Sobre una mesa se exhibió parte de los hallazgos. “En el cuarto foso –continuó narrando Figueroa-- apareció un trozo de cerámica mayólica, que es una jarra de greda pero que tiene un esmaltado en ambas caras. Esta cerámica esmaltada dicen que es de 1600-1700 y sólo la alta sociedad pencona tenía acceso a ella, también el sacerdocio”.
        Continuó señalando el alcalde: “Los hallazgos son un gran avance para la recuperación del patrimonio histórico de nuestra ciudad. Lo que hemos encontrado ayuda e invita a que hagamos una reflexión de qué es lo que se puede hacer en el lugar con miras al futuro. Esto es algo tangible logrado sobre el mapa de Frazier”. 
IMPACTO DE LA NOTICIA EN MÉXICO
     
Profesor Luis Barba Pingarrón
 La noticia de prensa de los hallazgos obtenidos el fin de semana en las excavaciones de Penco, tuvieron inmediato impacto en México, donde están los científicos que hicieron la primera aproximación de búsqueda en la ciudad. “Me da mucho gusto que hayan iniciado las excavaciones y que encuentren lo que tanto han estado buscado, los restos arquitectónicos de la historia de Penco. Ojalá consigan los recursos para hacer estudios más amplios y aparezcan los entierros”, dijo en una nota a nuestro blog el profesor Luis Barba Pingarrón, jefe del equipo de exploración del 2016.
       Precisamente sobre la expectativa de encontrar tumbas de gobernadores españoles enterrados en Penco, el alcalde Figueroa fue cauto: “Claro que es un tema de interés periodístico y lo entendemos, esto es que podría ser un objetivo de la investigación, pero no el objetivo. Con el hecho de haber encontrado la iglesia, sería posible que las tumbas estuvieran más cerca que hace una semana”.
        Antes de cubrir nuevamente los fosos, visitarían el lugar las máximas autoridades de la Universidad de Concepción, a invitación del edil Pencón. Por último los arqueólogos penquistas remitirán un informe a Santiago sobre el trabajo realizado y el alcalde Figueroa no descarta presentar nuevas solicitudes para exploraciones venideras. 
En este lugar, frente a la plaza, se efectuaron las excavaciones..(Foto,  Jaime Robles)
Algunos de los hallazgos recogidos en el lugar de la excavación del templo. (Foto, Jaime Robles).

PENCONES Y VISITANTES DISFRUTAN IN SITU LA FANTASÍA DE VENECIA

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La escena del río visto desde el puente de los carabineros.


       “O Sole Mio”, su música y lírica napolitana original cantada a capela, envuelve el entorno. Es la voz del gondolero que guía la clásica barca negra sin quilla por las aguas tranquilas llevando pasajeros. La escena de esta descripción, se desarrolla en Penco, sobre su estero, artificialmente navegable en la temporada noviembre-marzo, frente a la plaza local en un recorrido de ida y vuelta que en total suma 240 metros. No hay otro lugar en el mundo donde esta pintura italiana se replique, aunque los gondoleros-tenores de los canales del Adriático abandonaran hace ya tiempo la tradición de cantar para los turistas. Y es por este detalle que el cuadro veneciano pencón resulta ser único. El propósito local fue crear una fantasía para que la disfruten los vecinos y los visitantes, incluso para quienes van en buses o automóviles hacia el norte y miran desde las ventanillas cuando cruzan el puente. El estero navegable, que incluye este paisaje de góndolas, que no es pretencioso evoca las escenas italianas que se ven en las películas y en los videos.
          Enriquecerán la imagen dos puentes peatonales de arco que el municipio instalará  1) en el punto medio de la cuadra que va de O’Higgins a Las Heras que unirá directamente calle Penco con la plaza; y 2) en el tramo comprendido entre Las Heras y Freire, frente al Gimnasio Hogar Fanaloza. Es precisamente en este segundo segmento del estero navegable que el proyecto de aprovechar el río con fines turísticos remata en una vistosa cascada que se aprecia desde el puente sobre la calle Freire.
Arriba, el segundo tramo navegable del estero Penco, y abajo, la cascada artificial del rebalse.
          “¡Qué cosa más bella es un día de sol…!” prosiguen los versos de esta canción del canzoniere napolitano y la gente se apoya en las nuevas barandas junto al estero, por el lado de la plaza para mirar la góndola surcando el río, hacer fotos, videos y selfies.
            El alcalde Víctor Hugo Figueroa, generador de esta idea, dice: “lo del estero navegable no es una cosa nueva. Esto se hacía en los años 40 y los 50 para las fiestas de la primavera, sólo que nosotros ahora hemos retomado una idea probada, que funcionó bien y que gustó mucho en el pasado. Le dimos un toque más moderno, no usamos sacos de arenas para contener el agua y acumularla, hemos hecho diques de fierro y madera y a ello le sumamos un motivo de inspiración que son las góndolas parecidas a las de Venecia”. Y añade la autoridad comunal: “un puente a mitad de cuadra existió también frente al gimnasio locero en los años 60, tampoco es un invento de ahora.” Realzará este paseo acuático urbano un sistema de iluminación que proyectará luz desde el lecho hacia arriba y que se sumará al conjunto.
          Para los antiguos vecinos del pueblo “góndola” resuena en sus memorias. Así llamaban hace mucho tiempo a las micros que prestaban el servicio de transporte de pasajeros entre Concepción y Penco. Aquellas góndolas tenían su paradero junto a la plaza frente a la escuela Isla de Pascua. Las góndolas actuales también están al lado de ese paseo público sólo que ahora navegan por el río.
           O Sole Mio está por terminar justo al final del recorrido de la góndola: “Cuando anochece y el sol se pone, me viene casi una melancolía. Pero otro sol, aún más bello, mi Sol, ¡está en tu rostro!”
El autor de este post con su esposa, al centro, navegando en góndola por el Gran Canale de Venecia  (años 90). 

REENCUENTRO CON PENCO LUEGO DE 62 AÑOS

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El profesor Rosauro Montero, su esposa, la señora Lidia Donoso, y el ingeniero químico, don Fernando Pulgar Ávalos, durante un té en casa de los Montero-Donoso en Penco.

   NOTA DE LA EDITORIAL: El texto que está a continuación nos lo envió don Fernando Pulgar Ávalos, ex ingeniero químico de Fanaloza, industria en la que trabajó entre 1953 y 1957. Ese año se trasladó a Viña del Mar donde reside; allí trabajó en la Refinería de Petróleos de Concón. En enero de este año hizo un viaje a Penco, el primero en 62 años. En este relato nos habla de las emociones en su reencuentro con Penco, otros lugares de la zona y sus grandes amigos de entonces.

¡CÓMO HAN CAMBIADO LOS TIEMPOS!
Por Fernando Pulgar Ávalos
    Invitado gentilmente por el matrimonio de Luis Quiñones Escobar y esposa Julia Constanzo, amigos de larga data, arribé a Concepción el 9 de Enero del 2019.
    Ellos son oriundos de Valparaíso y ambos, profesionales titulados en la Universidad Católica del puerto. Ahora están radicados en Concepción, donde él es docente de su Universidad.
Al día siguiente, recorrimos el Campus Universitario en torno al Campanil y las Facultades en los cerros que le rodean. Acogedor ambiente de jardines, lagunas y lugares recreacionales y culturales, siendo de especial atención el Memorial en recuerdo de las personas de esta Universidad caídas durante la dictadura cívico-militar desde 1973 a 1980.
       En la mañana del 11 de enero fuimos Talcahuano: la Ventoteca, tradicional por sus pescados y mariscos, la ciudad y sus cerros. Llegamos hasta la caleta de Tumbes, muy bien reconstruida, como otras caletas y ciudades costeras devastadas por el maremoto (tsunami) del 2010. Regresamos a Concepción con dos grandes sierras para el consumo hogareño.
      Por la tarde fuimos a PENCO, a la casa del profesor normalista Rosauro Montero Henríquez y su esposa Lidia Donoso Aguayo en calle Maipú 325, junto a la plaza.
Durante una rica y conversada once, recordamos los altibajos históricos que enfrentaron sus habitantes, provocados por la naturaleza y por seres humanos, en especial en lo político, laboral, educacional y social.
     En 1953 conocí a Rosauro, hijo, recién recibido de profesor normalista y a sus padres y hermano, pues fui pensionista en su hogar, cuando yo empezaba a trabajar en FANALOZA.  Ese mismo año llegó también a Penco Juan Arroyo Menke, colega ingeniero químico que trabajó por 3 décadas en esa industria. Él tuvo además una destacada labor social y educacional, entre ellas contribuyendo a crear junto a Rosauro Montero Henríquez, el Dr. Emilio Suárez y otros, el primer Liceo de Penco.
Juan Arroyo Menke.
       El colega y amigo Juan Arroyo Menke  falleció en Santiago en el 2018.
     Otras personas recordadas en esta ocasión fueron: Mario Rojas Ibáñez y esposa Brunilda Bustos, Carlos Ibáñez Paredes y esposa América Petinelli, Cecilia Martin Reynolds, enfermera jefe de entonces  Clínica CRAV, Delia Concha, matrona de esa misma clínica.
      Roberto Navarrete, contador de CRAV, Ema Cortés Recabarren, también contadora de CRAV, Armando Cofré, dueño de Panadería.
En esos años ya Penco tenía 30 mil habitantes y en plena actividad, 2 importantes industrias: la Refinería de Azúcar CRAV y la de cerámica FANALOZA, desaparecida la primera por varias razones...
     PENCO es hoy una ciudad moderna y progresista, orgullosa de su antigua historia (Museo); su hermosa Plaza rediseñada y su estero navegable por 2 “Góndolas Venecianas".
     El sábado 12 de Enero nos dirigimos a Chillán, recorriendo su polifacético Mercado de frutas, verduras, artesanías, muebles, ropas, etc. Recordemos que en 1905 FANALOZA producía ya "porcelana dura" de aspecto fino y elegante que se vendía en Concepción y ciudades vecinas. Pero el éxito detonante fue la entrada de esa loza de PENCO en la Feria Tradicional de Chillán. Muchas personas se negaban a creer que fuera hecha en el país.  La loza de Penco llevó desde su nacimiento su sitio de origen y su calidad de chilena. 
      ¡Cómo han cambiado los tiempos!
Don Fernando Pulgar observa la bahía desde la costanera de Cocholgüe, en Tomé.
    Nuestro viaje al sur de recuerdos culminó el domingo 13 de enero del 2019 en la Caleta Cocholgüe, más allá de Tomé.
Allí se reconstruyó también este lugar turístico muy visitado por los penquistas.
       En el restaurant EL PARRÓN tuvimos un regio almuerzo junto al mar, con la grata compañía de toda la familia Quiñones  Constanzo.          
                             
(Nota: Gracias a todos los amigos y amigas por las atenciones recibidas en mi visita. Saludos y hasta vista: Fernando).

UN VIAJE MÍTICO DE PENCO A PASO HONDO

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El paisaje de PASO HONDO, situado a unos 58 kilómetros al oriente de Penco, siguiendo
el camino de Villarrica.

    Texto y fotografías:    Nelson Palma
    Producción            :     Manuel Suárez      

             Hubo muchas personas de Penco que hablaban en esos años de un lugar llamado Paso Hondo, situado en los campos hacia el oriente muy lejos del pueblo. Decían que en carreta de bueyes llegar allí tomaba casi dos días. El lugar, comentaban, era un sitio de tránsito para aquellos pencones que iban a Yumbel, por las festividades de San Sebastián o para asuntos particulares, o a Cabrero con el fin de abordar algún transporte a pueblos aún más alejados hacia la cordillera, como por ejemplo Cholguán, Yungay y otros. De eso se hablaba. Eran narraciones de aquellos viajes épicos, tortuosos que al oírlos abrían la imaginación.
               Si usted trata hoy en día de ubicar Paso Hondo en el mapa de Google Earth verá una zona, no un punto específico, donde hay unas dos o tres casas dispersas entre lomas. El lugar al que se llega desde Florida por un camino de tierra (bajo la denominación de 0-520) parece un sitio estratégico porque desde ahí los caminos se reparten: uno puede ir a Cabrero, Yumbel, Quillón, Florida y Penco. Hay que llegar a Paso Hondo para comprender algo de lo que comentaban los pencones de entonces. No ha mucho, le hablé a mi amigo Manuel Suárez sobre este asunto y él, entusiasta, me contestó: ¡vamos! Y llegó el día de este verano en que pudimos coordinar el viaje por los caminos interiores o secundarios que frecuentaba la gente en el siglo pasado. Queríamos reconstruir aquellas experiencias narradas aunque no arriba de una tosca carreta de bueyes remolones, sino en un moderno vehículo 4x4 aunque por las mismas las sendas.
CAMINO DE VILLARRICA ASFALTADO
El camino Penco- Los Barones está asfaltado, como nuevo y, por sobre todo, limpio.
               El punto de partida en nuestro tour Penco-Paso Hondo se inició en el sitio que lo hicieran los carreteros de entonces, en la esquina de Cruz con El Roble. Para mi sorpresa, el camino de Villarrica a Los Barones está preciosamente asfaltado. Falta por pavimentar unos 200 metros en el área de Lo Marjú, lo demás, impecable. El alcalde de Penco Víctor Hugo Figueroame informó que muy pronto la capa de asfalto se extenderá a Primer Agua Abajo, un sueño de años que se convertirá en una práctica realidad.
               Desvío en Los Barones para seguir a Roa cruzando la ruta del Itata por un paso sobre nivel. A 18 kilómetros de Penco, en el sector del estero conocido como “Aguas Sonadoras”, las forestales están en plena cosecha de pinos. El puente del mencionado cauce está semi despejado por la tala de árboles. Una breve detención ahí permite oír el canto del agua en la quietud del campo que comunica una sensación evocadora, un sentimiento de paz. La señalética caminera que informaba “Aguas Sonadoras” fue retirada sin que nos expliquemos por qué.
Manuel Suárez da un vistazo en "Aguas Sonadoras", camino a Paso Hondo.
Un aspecto de la explotación maderera cerca de Roa, en el camino Penco-Florida.
      Avanzando más por esa ruta sin pavimento, pero bien mantenida por la empresa "Bosques Arauco" para facilitar la explotación maderera, aparece Roa, como detenida en el tiempo, con un par de añosas casas, jardines y huertas a la orilla del camino. Hay una posta, aparentemente bien equipada, un almacén de abarrotes al otro lado de la calle. Desde ahí nacen rutas que divergen hacia Puente 7,  Rafael y otros puntos. Merece el esfuerzo conocer Roa, donde hay un puente de madera color rojo, frondosos árboles, un sitio magnífico para fotos y selfies. Unos metros más allá de Roa se inicia una carretera en construcción que unirá a Florida con la autopista del Itata, por tanto el camino real de Villarrica termina o definitivamente se transforma. Seguimos viaje.

CONDUCIENDO A LA AVENTURA 
SIN GPS NI CELULAR

               La ruta en construcción, que está avanzada, y por la que continuamos la marcha, nos deja en un ángulo de 90 grados sobre la ruta pavimentada Concepción-Bulnes a unos 300 metros de la antigua salida frente a un vistoso estadio de fútbol. Florida parece una “gran urbe” inserta en la nada, con sus calles desplegadas en la falda de un empinado cerro. Mucha gente camina por sus veredas y calzadas en todas direcciones, niños juegan por ahí y trabajadores con sus cascos de colores buscan algún sitio para almorzar. Hay harta vida en Florida durante el verano.
               A la salida de esa localidad al norte, donde se inicia la llamada “curva del ingeniero”, está el acceso de un camino de tierra por el lado derecho y que pasa por el moderno hospital floridano. Baja la pendiente en diagonal y se encuentra 2 kilómetros más adelante con la ruta 0-520, ésa que figura en el mapa. Nuestra meta Paso Hondo, se ubica unos 20 kilómetros de distancia, al otro lado de los cerros que rodean Florida, por el oriente.
Una sola trocha tiene el camino Florida-Paso Hondo, o ruta 0-520.
         Aquí comienza, una aventura, porque sin servicio de celular, ni mapa, nos guiamos por el recuerdo del plano satelital de Google Earth que habíamos estudiado en detalle. Nuestro vehículo avanza, al comienzo, por una carpeta de macillo la que muy pronto se acaba. Tierra roja polvorienta queda desnuda y la trocha se enangosta (¡quién nos mandó a meternos por aquí, si ni siquiera el auto podría girar en 180 grados para regresar!). Los incendios forestales dejaron su impronta: troncos de árboles nativos carbonizados y retorcidos nos van rodeando y sorprendiendo a medida que avanzamos. Subidas suaves, bajadas, hondanas, más bosques verdes, ninguna casa, ni un alma a quien saludar, preguntar o entablar una conversación. Es poco antes del mediodía y el sol cenital de enero golpea con su poderosa luz por todas partes, acentuando sombras, reflejándose en los matices de la tierra amarilla y marrón de la estrecha senda. Recordamos que por aquí mismo transitó toda esa gente del pasado para cumplir sus mandas con el santo, para hacer sus trámites en otros lugares, para visitar amigos, para vender productos…
La senda presenta largos tramos  de tierra desnuda sin capas de estabilizado.
Pero, es perfectamente transitable.
LOS MÍTICOS ENCUENTROS CON PUMAS
               Decíamos que el relato oral de los antiguos en Penco sobre estos viajes despertaba la imaginación. “Se formaban hileras de carretas en la marcha, como tren, hecho que servía para conocerse, conversar, porque al fin y al cabo todos íbamos para Paso Hondo aunque no viniéramos de los mismos lugares”, decían. Los míticos cuentos incluían encuentros con pumas y otros animales del bosque. De esas narraciones, el autor de esta crónica alcanzó a oír que los viajeros veían constantemente enormes pisadas en el polvo, huellas de leones de montaña que cruzaron el camino, quizás la noche anterior. Por eso era mucho mejor concertarse para  ir en caravana, según ellos contaban. Y, debió ser así. En esos años hubo pumas en esos cerros.
               Por delante de nuestro auto, en marcha lenta, un conejo orondo –en esas soledades–  atraviesa la senda sin hacer caso de la proximidad del vehículo. Y se hizo humo cuando alcanzó la espesura. A esas alturas del viaje soy capaz de adivinar el pensamiento de mi amigo Manuel Suárez ¿faltará poco? Nos detenemos en una despejada explanada en lo alto del cerro. Desde allí se ve el valle central y Sierra Velluda, al fondo en el complejo montañoso del volcán Antuco… Allá abajo sobre una loma un trabajador solitario aventa trigo en una era. Es el primer ser humano visible en kilómetros. Retomamos la marcha a nuestro destino.
UN HOMBRE NOS INFORMA: 
"ESTO ES PASO HONDO"
               De lo alto del cerro que hemos descrito, comenzamos a bajar hasta llegar finalmente a un plan con animales de pastoreo en potreros. Numerosos álamos y enormes sauces modifican el paisaje cerruco que acabamos de atravesar. Un hombre mayor con un bastón ortopédico viene por el camino. Detenemos el auto. El hombre se detiene también junto a mi ventanilla y nos mira con cara de pregunta.
Don Miguel Zapata nos informó que no
siguiéramos buscando,
que ya habíamos llegado a Paso Hondo.
¿Dónde queda Paso Hondo, amigo? El hombre frunce el ceño con aspecto de incrédulo. Sin decir palabra, levanta la mirada por encima del techo del auto, gesticula lentamente con su mano derecha alzada y dibuja un círculo en el aire… Guarda silencio unos segundos, como si su gesto hubiera sido una respuesta suficiente. Como se percata que no entendemos el lenguaje, nos mira de nuevo y dice: “Esto aquí es Paso Hondo, poh”
        Nos bajamos del vehículo y le seguimos preguntando a don Miguel Zapata (75), que así se llama nuestro interlocutor, parte de la historia del lugar, relacionada con la pasada de gente de Florida y de Penco por ahí en tiempos pretéritos: “No sólo antes, todavía hay gente que cruza por acá que viene de esos lados. Claro que antes eran muchas más, personas en carreta y a caballo. Por estas fechas (el 20 de enero) iba muchísima gente a Yumbel y que pasaba por aquí”. Y don Miguel, que nació y se creció en Paso Hondo, según nos dijo, sabe de esas cosas. Pero, ya estábamos satisfechos con sus respuestas, así que el hombre se despidió, retomó su camino rengueando con el bastón. No tuve que usar ningún silogismo para concluir que con esa información se terminaba el viaje.

Una selfie del autor de este texto en Paso Hondo.
               Con Manuel Suárez nos quedamos mirando los alrededores, una casa aquí, otra allá arriba y tal vez otra por  ahí, nada más. Ni una iglesia, ni un villorrio, sólo un lugar de campo con más nombre y renombre que población, eso sí pleno de recuerdos, candorosas historias campesinas y mitos. De verdad, a Paso Hondo no le podemos pedir nada, no tenemos derecho. Desde donde estábamos admirando la naturaleza del lugar y su bucólica hermosura, al empalme con la moderna ruta que une a Quillón con Cabrero y  Yumbel había unos 400 metros. 
     Un pequeño bosque de frondosas 
encinas nos dio la sombra que necesitábamos para comernos unos ricos sándwiches traídos de la casa de Manuel en Penco. Al poco rato, de vuelta a Florida por la misma senda. En menos de 40 minutos estábamos sentados a la mesa en el ya conocido restaurant del lugar “El Mono con Bigote” para un buen almuerzo y un primer balance de la aventura.

              
       ¡Hasta la vista Paso Hondo!
Aspecto de la nueva y moderna carretera que va de Quillón a Cabrero.
   

LAS CONVERSACIONES (IGNORADAS) DE LOS HOMBRES DE PLAYA NEGRA HACE 4.200 AÑOS

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Los hombres de Playa Negra, en la desembocadura del río Andalién. 
(Fantasía recreada para ilustrar este relato).

Texto:          Nelson Palma
Producción: Manuel Suárez
               
          Hubo seres humanos que habitaron los cerros de Playa Negra hace 4.200 años (que hemos narrado en otro post*) y cuyos antecedentes los conocemos por un informe científico publicado en la revista Magallania (2007) de la Universidad de Punta Arenas por los arqueólogos que trabajaron en la investigación, la que se efectuó en unos conchales hallados fortuitamente durante la construcción de la carretera interportuaria en un lugar del lado norte de la ruta entre la loma del peaje y el puente La Ballena.
               Este verano  visitamos el área en compañía de José Vergara, artista plástico de Penco, conocedor del tema, y Manuel Suárez, miembros de la Sociedad de Historia de Penco. José nos indicó el lugar exacto donde están los conchales, pero que por protocolo luego de la investigación el punto de interés científico fue tapado y hoy permanece cubierto de vegetación.
JOSÉ VERGARA.
               “En esa remota época prehistórica, la gente que estuvo acá disponía de pescados, mariscos, tenía aves, huevos, seguramente roedores también, frutas silvestres. Para ellos éste era un lugar muy especial para vivir. Tenían todo a la mano”, nos informa Vergara quien además conversó con el equipo de arqueólogos durante la investigación.
               Según el informe de los científicos y lo que Vergara habló con ellos sobre este asunto, --más algunos detalles y una que otra conjetura--, los moradores de los cerros, quienes en temporadas bajaban al plan para conseguir alimentos, dedicaban también parte de su tiempo a la fabricación de herramientas líticas (de piedra) tales como lastres para redes o puntas de flechas. Ese rincón, en la base del cerro, al abrigo de los vientos, era una fábrica de los elementos necesarios para la recolección, la caza, la pesca y la defensa.
José Vergara indica el lugar de las excavaciones junto al lado norte de la carretera interportuaria.
              A esta conclusión llegaron los científicos luego de excavar y escarbar en el conchal y de someter a análisis de laboratorio los restos considerados de interés. Pero, quedan enormes lagunas sobre otros aspectos importantes en la interacción de aquellos seres humanos primitivos de Playa Negra. Por ejemplo, ¿qué lengua hablaban?, ¿cuáles eran sus dioses? Y José Vergara añade más preguntas: ¿manejaban algún tipo de escritura? o ¿tuvieron alguna inclinación al arte? ¿cantaban?
               Pero, ahondemos un poco más en estos vacíos que nos intrigan: para relacionarse necesitaban una lengua, no hay otra forma. Así, si uno de ellos, que las oficiaba de maestro y estaba ocupado en hacerle un agujero a una piedra para lastre de pesca, ¿cómo pediría ayuda a otro hombre de la comunidad en su tarea que le podía tomar meses? “Ahora te toca continuar a ti”, por ejemplo, debió expresarlo. O, “Voy a dejar  mi piedra aquí y retomaré la tarea en unos días más”, ¿de qué manera pudo transmitir esa idea al resto para que los otros no tocaran su material de trabajo? O, también si quería pedir prestado uno de esos lastres de red debió decir: “Amigo, por favor, présteme esa piedra para ir a pescar y yo se la devuelvo mañana”. Para ese tipo de interacciones propias de un grupo humano necesitaron comunicarse…
Una herramienta lítica, piedra agujereada en el centro. (Museo de la Historia de Penco).
               Una lengua se expresa de dos maneras: la voz o la escritura**, o ambas. ¿Usaron algún sistemas de signos con significación compartida para decirse cosas, por ejemplo “mañana”, “hace un año”, “ayer hubo una linda baja marea”. Se necesita el lenguaje. En ese aspecto no sabemos mucho de los hombres de Playa Negra, aparte de lo que comían. Hoy en día, para trabajar en descifrar todo eso basta con observar y agregar un relato coherente. Nada más. Debemos respetar la memoria de esas comunidades. Como seres humanos del siglo XXI, con idiomas, tecnologías, satélites, organizaciones sociales, entrometernos en aquel mundo remoto para opinar cómo eran sus vidas y hasta juzgar sus costumbres o sus creencias sería injusto, por todos los avances que tenemos. Sin contar con que su presencia aquí tuvo una trayectoria en el tiempo bastante más larga que nuestra corta historia.
            Y para cerrar estas reflexiones in situ, José Vergara nos dice: “Sólo ellos podrían juzgarnos a nosotros: ‘Miren lo que han hecho con nuestra madre tierra, cómo han destruido esto que les heredamos’. En cambio, nosotros en nuestros días no tenemos derecho a decirles nada, salvo presentarles disculpas y hasta ruborizarnos porque tendrían toda la razón”.
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* Post anterior:
https://penco-chile.blogspot.com/2018/05/habitantes-primitivos-de-penco-basados.html

**La ciencia aún no descifra si la primera lengua fue voz o escritura. (Bertrand Russell).
José Vergara, a la derecha, conversa con el autor de este post, cerca del conchal de Playa Negra. (Foto, Manuel Suárez.)



OTRA FACETA DEL ESCRITOR JOSÉ CHESTA, QUIEN DIERA A CONOCER EL DRAMA DE LOS PESCADORES DE CERRO VERDE EN 1959

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En la foto de la derecha, José Chesta, frente a la antigua municipalidad de Penco.
Texto:            Nelson Palma
Producción:  Manuel Suárez               
          La vida del dramaturgo José Chesta, ex profesor de Cerro Verde, sigue siendo un tema que apasiona a los amantes y los estudiosos de las obras escénicas. Nacido en Temuco en 1936, se graduó de profesor en la escuela Normal de Valdivia en 1954 y al año siguiente llegó a Concepción para ingresar a la escuela N° 54 de Cerro Verde, cuyo fundador y director era Eduardo Campbell. Allí trabó amistad con los otros jóvenes profesores del plantel: Ramón Fuentealba, María Isabel Vergara y colegas de Penco: Servio Leyton, Rosauro Montero y otro profesor penquista Eduardo Espinoza. Chesta también estudiaba derecho y teatro en la Universidad de Concepción. Sabemos que como dramaturgo logró reconocimiento nacional con su obra “Las Redes del Mar”, pieza en tres actos que narra la vida esforzada de los pescadores artesanales de la caleta. José Chesta murió en 1961 en un accidente de carretera, estaba por cumplir los 26 años. Sin embargo, sólo quienes lo conocieron en persona, quienes fueron sus amigos y colegas e interactuaron con él nos pueden entregar un perfil del personaje, del ser humano.
El profesor Ramón Fuentealba con sus alumnos en la escuela de Cerro Verde, donde también impartían clases José Chesta y María Isabel Vergara.
               El nombre del joven profesor y dramaturgo sale a la conversación, durante un agradable té que la señora María Isabel Vergara, viuda de Ramón Fuentealba (ex alcalde de Penco),  nos ofreciera en su casa a Manuel Suárez de la Sociedad de Historia y yo. Ella fue profesora de la N°54 en los tiempos de Chesta. “José era un tipo muy divertido, pero también estudioso, viajaba todos los días desde Concepción a hacer clases en la escuela de Cerro Verde. Él se juntaba aquí en Penco con los profesores que éramos de acá y nos íbamos juntos caminando por la línea del tren así lloviera o no. Entre sus bromas, le gustaba ir caminando sobre uno de los rieles, equilibrándose”, recuerda la señora Isabel. En el intertanto Chesta escribía su primera obra de teatro, inspirado en la vida de la gente de Cerro Verde. Cuando la pieza teatral estuvo terminada y presentada por su autor al Teatro de la Universidad de Concepción, TUC, su director Pedro de la Barra, decidió su puesta en escena. Transcurría 1959. Para entonces, los actores que representarían a los personajes iban a Cerro Verde para empaparse del ambiente y conversar con los pescadores, los mineros y sus mujeres… Al mismo tiempo, Chesta invitaba a sus compañeros profesores a ver teatro en el recinto de la Universidad. “Recuerdo que en Cerro Verde nos daban ese pan que llaman de mina y durante el desarrollo de la obra comíamos las tortillas, Chesta, también…”
María Isabel Vergara, viuda de Fuentealba, junto al
alcalde de Penco, Víctor Hugo Figueroa,
durante la reciente inauguración
del boulevard "Ramón Fuentealba".
               Para la graduación de la promoción del primer sexto año de Isabel Vergara, hubo una ceremonia en la escuela, en que todos los niños y niñas que egresaban asistieron con sus mejores tenidas. En la oportunidad habló el director, señor Campbell, quien se refirió al curso que salía y a su profesora, la señora Isabel. Después subió al pequeño escenario José Chesta para pronunciar su discurso, el papel lo sacó de su chaqueta. Salieron a relucir su pluma de dramaturgo y sus conocimientos de actuación: “Y comenzó a leer –recuerda la señora Isabel–. Dijo unas palabras muy lindas, pero que a mí, en mi nerviosismo me parecían una ironía, porque no creía en todas esas cosas que él decía de mi persona y de mi desempeño. Destacaba mi trabajo y cómo éste se reflejaba en los niños. Yo pensaba, José se sigue burlando. Los demás se deben estar riendo de mi…”
               Al final ella quedó molesta por ese discurso. Ese mismo día, habló este asunto con Ramón Fuentealba, el otro colega, quien posteriormente sería su marido. Le contó este sentimiento negativo que le causaron las palabras de Chesta. Fue entonces que Ramón le dijo: “Estás equivocada Isabel. El discurso dijo lo correcto de ti y fue emocionante.  La otra profesora detrás tuyo estaba llorando, emocionada… Eso de la burla está en tu imaginación”…
               Isabel añade que al primer encuentro con Chesta después del episodio, ella le pidió disculpas por malinterpretar sus palabras. A lo que el dramaturgo, sin perder su sentido de humor y no darle más importancia, le dijo riendo: “Pero, por favor querida Isabel, si todo lo que dije es cierto. Para mi tú eres lo que afirmé en mi discurso y más…”
José Chesta Aránguiz.
               En diciembre de 1961, una amiga de Isabel, la señora Tita Vidal, murió a temprana edad en Penco a causa de un derrame. Nos contó: “Fuimos a su funeral en el cementerio parroquial.  Ahí estábamos cuando llegó a mi lado Ramón (Fuentealba) y me dijo: ‘Chesta sufrió un accidente’. Lo miré sorprendida y con preocupación. No me digas que murió, le dije. ‘Sí, murió’, me respondió”. Esta fue la circunstancia en que ella supo del fallecimiento de su colega.
         Según la información documentada, José Chesta Aránguiz, autor de la simple, profunda y bella obra de teatro sobre Cerro Verde “Las Redes del Mar” y otras, murió el 23 de diciembre de 1961 en un accidente automovilístico  ocurrido cerca de San Fernando, cuando regresaba de Santiago. Era casado con la directora de teatro Berta Quiero.
El director del TUC, Pedro de La Barra, conversa con el dramaturgo José Chesta, sobre la puesta en escena de la obra sobre  la gente de Cerro Verde en 1959.
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Otros post sobre el dramaturgo y su obra publicados en este blog, aparecen en las siguientes direcciones:

https://penco-chile.blogspot.com/2016/11/obra-teatral-inspirada-en-cerro-verde.html

https://penco-chile.blogspot.com/2016/02/las-redes-del-mar-una-obra-emocionante.html

EL 2020 SE COMPLETARÁ EL EJE TURÍSTICO MARÍTIMO Y FLUVIAL DE PENCO

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Su playa, uno de los mejores encantos de Penco. (Foto www.penco.cl)

TEXTO:                Nelson Palma
PRODUCCIÓN:   Manuel Suárez   
  
           En un post publicado en este blog* en octubre de 2007, sugerimos  lo bueno que sería para Penco un muelle dedicado al público, donde la gente pudiera pescar, amarrar sus botecitos y, quizá, tomarse un café y que ingresara varios metros mar adentro en el balneario, al estilo de muchos que con este fin hay en distintas partes del mundo y en Chile. Para ilustrar ese texto agregamos imágenes editadas del “pier” (muelle) que existe en Santa Mónica, California, el que siempre aparece en las películas grabadas en la playa de Los Ángeles y donde los turistas y visitantes acostumbran disfrutar de unas horas de sol y aire marino. Pues han pasado ya algunos años de esa publicación  nuestra y algo parecido finalmente veremos en Penco en la próxima temporada veraniega…
El alcalde Víctor Hugo Figueroa recibió al equipo
periodístico de este blog en su
oficina del municipio pencón.
               En una conversación exclusiva con el alcalde Víctor Hugo Figueroa en su despacho y que se prolongó por más de dos horas, nos informó que el proyecto del muelle para público se inspira en el hecho histórico que ya hubo uno instalado cerca de la desembocadura del estero por el hotel Coddou para pasatiempo de sus pasajeros allá por 1910. El Gran Hotel se ubicaba donde ahora se  levanta un edificio de departamentos en altura a espaldas del Fuerte La Planchada, y que terminó de operar debido a un incendio. “Esta idea del muelle no es nueva, lo que haremos será reeditar la experiencia de esos años”, nos dice el alcalde, añadiendo que seguiría un modelo similar a un muelle en el lago Llanquihue y que estará disponible para la gente en la temporada estival de 2020. Este puente de paseo hacia el mar se construirá en la línea de prolongación de la calle Talcahuano, donde también existió el muelle de la Refinería de Azúcar, CRAV, a comienzos del siglo XX.
               En este contexto, el alcalde Figueroa dijo a nuestro blog que se comenzó con esta idea de aprovechar el recurso acuático al establecerse un circuito de navegación por la costa de la bahía, en los límites de la comuna, el 2017 y que para tal fin se contó con la participación del sindicato de pescadores de Lirquén, organización privada que se hizo cargo del servicio, dispuso de una embarcación adecuada, con toldo y los sistemas preventivos para un viaje marítimo seguro orientado a pasajeros interesados en estos recorridos en verano. A juzgar por la demanda, los paseos por el mar han tenido aceptación.
Un servicio de peseos por la costa pencona está a cargo del sindicato 3 de pescadores de Lirquén.

               El estero navegable (en el pasado lo fue) se retomó el 2017-18, acopiando el agua con tomas de sacos de arena al comienzo y esta temporada se hicieron represas de madera en dos tramos. Esta vez se añadió la incorporación de góndolas venecianas para paseos, idea que ha sido muy bien recibida  por la comunidad y los visitantes.
               Otro paso, pero relacionado con el mar y aunque no estrictamente turístico sino educacional, fue dotar al liceo pencopolitano de una embarcación para estudios. De ese modo, los alumnos y las alumnas del establecimiento disponen de un equipo para trabajos relacionados con su formación. Ellos proponen proyectos de investigación tanto relacionados con la pesca y la vida marina y los ponen en marcha. La iniciativa está en pleno funcionamiento y, nos dice el edil, con buenos resultados.
               Estos proyectos que han puesto énfasis en actividades acuáticas para fortalecer el turismo en Penco, con la salvedad de la cita anterior, quedarán abrochados con la instalación de dos puentes peatonales de arco sobre el estero navegable: uno en la plaza a la altura del lugar donde estuvo el antiguo odeón y el segundo frente al sindicato de Fanaloza, entre Las Heras y Freire, donde también existió un puente peatonal en los años 60. A lo que se debe agregar la colocación de focos en el lecho del estero para que proyecten luces hacia arriba. Con la implementación de lo que falta y que hemos descrito quedará completo el eje acuático turístico pencón, contemplado en el programa de desarrollo de la comuna que lleva adelante la administración del alcalde Figueroa. 
Aspectos de la actividad turística en la plaza junto al estero.
               Por último en este recuento, el acalde dijo a nuestro blog Penco-Chile: “La memoria histórica de la comuna incluye el recuerdo de las fiestas de la primavera entre los años 30 al 50, cuando la reina y su séquito, incluido el rey bufo, eran paseados en bote por el río; también está  en nuestra memoria la existencia de un muelle para el deleite público, como fue el caso del hotel Coddou. Así mismo hemos recuperado el esplendor y la limpieza de nuestras playas, las de Penco y Lirquén. O sea, en este sentido, no hay aquí ningún invento, es simplemente una reedición histórica. Porque para eso sirve la historia”... 
El recordado muelle del Gran Hotel Coddou en 1910 (Foto, Libro de Oro de Penco).
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* Dirección del texto publicado el 2007 en este blog:

https://penco-chile.blogspot.com/2007/10/cmo-hacer-de-penco-un-lugar-entretenido.html

12 CLUBES ANIMAN APASIONADAMENTE LOS TORNEOS DE RAYUELA EN PENCO

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Una de las canchas de rayuela de Penco, en el fundo Coihueco.

              Miguelito, así le decían, así lo conocí (no supe su apellido) tenía más de 80 años, pero la edad no era obstáculo para la práctica de su pasión: el juego de la rayuela. Frecuentaba el recinto Sociedad Francisco Bilbao, de calle Ainavillo en Concepción, donde siempre encontraba con quien trenzarse en una partida de tejos. Él pertenecía al club de rayuela Ex Alumnos (de los Salesianos) así que conoció todas las canchas de la zona: Penco, Tomé, Talcahuano. Su afición era tal que se confeccionó un cinturón de cuero con dos bolsillos en los que guardaba y portaba sus tejos. Siempre sonriente, Miguelito no tenía inconveniente en mostrar este implemento cargado en los costados, con un peso aproximado de 250 gramos cada tejo y un valor en el mercado rayuelero de unos 12 mil pesos el par. Era una demostración de que siempre estaba preparado para una partida de rayuela con quien se le pusiera por delante.
               En Penco también se practica mucho este deporte nacional, aunque desconozco que haya alguien como Miguelito, quien no está más con nosotros,  que cargue sus tejos en un cinturón calle arriba y calle abajo. En la competencia oficial pencona que debería iniciarse en marzo participan 12 clubes: Guillermo Zambrano, Verde Mar, Mira Mar, Eduardo Díaz, Villarrica, 7mo de Línea, Las Vegas, Unión Cruz, Bahía Penco, Riñihue, Nacional y El Águila.
Las canchas penconas permanecen en receso durante el verano.
               Los torneos se disputan en animados partidos en 6 canchas nuevas, reglamentarias y especialmente habilitadas a la entrada del fundo Coihueco, detrás del edificio de Cesfam. Hay dispuestas tribunas para que aficionados puedan seguir los encuentros de locales contra visitas cómodamente sentados. Lo interesante de la práctica de este deporte, es que no discrimina en edades de modo que pueden jugar partidos de rayuela jugadores de los más extremos grupos etarios. Fue precisamente por esa razón que Miguelito, el rayuelero de Concepción, pudo participar en competencias representando a su club Ex Alumnos  hasta cerca de los 90 años.
Los tejos, con los que se juega  a la rayuela, pueden llegar a ser un asunto muy personal, como fue el caso de Miguelito. (Foto tomada de Internet).
 

PENCO Y LIRQUÉN CUENTAN CON 2 NUEVOS E INTERESANTES MIRADORES PARA EL PÚBLICO

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Esta es una vista magnífica de una parte de Lirquén, Cerro Verde y Penco desde el nuevo mirador situado junto al camino a Tomé frente a la población Ríos de Chile. En primer plano, se ven los botes de los pescadores lirqueninos, al centro el muelle antiguo en operaciones, las bodegas de la empresa y el patio de acopio La Tosca. 
Respecto de la vista anterior, basta girar un poco a la derecha para apreciar la prolongación del muelle antiguo, alargado en varios metros. Detrás se ve el muelle nuevo que nace en el patio de acopio La Tosca. Y más al fondo luce su enorme extensión el granelero de la Cosaf. 
Un buque está en operaciones de carga de celulosa en el muelle nuevo de la empresa de Lirquén. Al fondo de la foto, se observa con plena claridad la silueta de las tetas de Biobío.
Por el lado derecho, visto desde el nuevo mirador de Lirquén, se ve la parte norte de la bahía y Punta de Parra, la que domina toda la escena. Favorecido por los vientos y su altura (unos 80 metros) este mirador es un lugar ideal para la práctica del parapente.
Otro mirador de Penco es el de los Pinos de la ex Corhabit. El lugar fue recuperado en su totalidad por el municipio, está dotado de espacios tanto para la recreación, el deporte y la lectura. Permanece muy pulcro gracias al trabajo de equipos municipales y es un lugar ideal para tomar fotos.
El mirador Los Pinos está ubicado en la prolongación de la calle Toltén y limita con Cerro Verde Alto. Es un lugar es muy quieto y agradable para el visitante.
Este mirador fue diseñado y construido por el municipio de Penco bajo el concepto de un pequeño parque estratégico por su excelente ubicación. Es un lugar recomendable para visitar.

LA HISTORIA "SE TOCARÁ CON LA MANO" EN NUEVO PASEO PEATONAL DE PENCO

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Todo el espacio del inmueble que ocupa Caja Los Andes, lugar donde se hallaron restos de la iglesia colonial de Los Franciscanos,  cedería el paso a la futura peatonal de Penco.

                                Un paseo por la historia viviente de Penco colonial estará disponible para los vecinos y los visitantes en un futuro próximo, exactamente frente a la plaza por calle Las Heras, según los planes del alcalde Víctor Hugo Figueroa. Los ladrillos de los fundamentos de la magnífica iglesia de los Franciscanos que datan de más de 400 años, descubiertos en recientes excavaciones realizadas en ese lugar por arqueólogos de la Universidad de Concepción, quedarán expuestos y a la vez protegidos para ser fotografiados y tocados con las  manos… si todo se da.  
               Para abrir el nuevo paseo peatonal  --que será único en la comuna--, que conectará las calles Las Heras y Freire, y que se prolongará en forma paralela al muro lateral de la escuela Isla de Pascua, será necesario que el municipio compre el inmueble signado con el N°465 de Las Heras que tiene un frente de 15 metros por un fondo de 60 metros y donde en la actualidad funcional la Caja Los Andes. 
El alcalde Víctor Hugo Figueroa explica a nuestro blog su proyecto peatonal en el sitio donde se encontraron los fundamentos de la iglesia de la colonia.

               En conversación exclusiva con nuestro blog, el alcalde Figueroa nos dijo: “Realizada toda la parte arqueológica donde confirmamos que aquí estaba la iglesia; el objetivo del municipio en el futuro, nuestro sueño es el de poder adquirir esta propiedad, porque con este ancho, y con este largo, colinda con un terreno que es municipal, donde está la radio de Penco, hay una servidumbre, hay un pasillo. Así podremos romper el muro actual de deslinde y crear un boulevard que va a permitir unir el gimnasio de calle Freire con la plaza justo en la mitad. O sea, sería de gran atractivo poder tener en un lado del paseo un museo de sitio, donde la gente o los visitantes podrían apreciar las fundaciones de la iglesia (de los Franciscanos), y tener una peatonal de estilo colonial, yo me imagino con adoquines de esos antiguos, con iluminación del mismo estilo y poder agregar todo ese comercio de artesanía que tiene la comuna con quiosquitos y todo orientado al turismo”.
A la izquierda, se aprecia parte del cimiento del templo de Los Franciscanos, del 1600; a la derecha, una de las tantas piezas halladas en la excavación arquelógica.
               Efectivamente el mapa de Frazier, que data del siglo XVIII, consignaba la existencia de esa iglesia, las pruebas de geo-radar efectuadas hace dos años por expertos mexicanos dieron pistas fundadas y los arqueólogos penquistas dieron con los cimientos de ladrillos del templo así como unas 300 piezas y vestigios del año 1600 en sus excavaciones realizadas en esa propiedad. Los hallazgos completan un triángulo histórico en la comuna:
               En un vértice está el actual museo local en la esquina de Las Heras y Penco donde antiguamente existió el restaurant “La Posada del Roble”, que incluye una interesante colección de herramientas líticas testimoniales de culturas precolombinas; en segundo lugar, los restos de la iglesia colonial de Los Franciscanos en el futuro paseo peatonal Las Heras-Freire; y el tercer hito en diagonal a la playa es el Fuerte La Planchada, el que será remozado y que contará también con un museo de sitio en uno de sus costados.

               El alcalde Figueroa terminó dando a conocer  nuevos elementos de integración cultural y turística de la comuna en el contexto que hemos descrito: “Todo esto conviviría muy bien con las góndolas, con el museo, con el Fuerte La Planchada, con el boulevard Ramón Fuentealba que es la parte más comercial, el estero de Penco tiene su propio atractivo, con el gimnasio que nosotros lo queremos convertir en un espacio más bien multipropósito, de carácter cultural con la plaza que está remodelándose. Se genera, por tanto, una zona virtuosa, así como un espacio público que nos permita mostrar el pasado arqueológico, histórico y patrimonial de Penco, que la gente lo pueda ver y tocar con sus manos, donde hubo una iglesia hace 400 años”…

                                                        Texto:           Nelson Palma
                                                                    Producción:  Manuel Suárez
Una tarde veraniega con la actuación de un trío de jazz, en la plaza de Penco (2019).

EN FANALOZA PENCO LO DORADO QUE RELUCIÓ ERA PURO ORO

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Una taza con su plato bone china con sus filetes dorados. (Foto del libro de Boris Márquez). A la
derecha, barras de oro. (Foto mundo.sputniknews.com). 

              Si usted aún conservara en su casa platos antiguos de Fanaloza Penco, que presenten bordes o filetes dorados, pues bien, eso es oro.
               La industria locera pencona de los años 50 y, seguramente hasta cerca de los 70, empleó oro líquido, así como barnices y colores para su refinada producción de vajillería. Nos confirma este hecho, don Fernando Pulgar Ávalos, químico, quien se desempeñó en el laboratorio de la fábrica entre los años 1953 y 1957.
               Nos dice, el señor Pulgar en un texto que nos ha enviado a solicitud nuestra: “La artesanía del barro cocido, endurecida por la acción del fuego, tiene una antiquísima historia y muestra expresiones en las que se mezclan el valor práctico y el valor estético". Y añade para referirse más específicamente a la producción de Fanaloza de esos años: "Las piezas, con una base de barniz brillante, recibían la aplicación de calcomanías con reproducciones artísticas y, además, unas finas terminaciones de fileteados, líneas en los bordes o adornos, en especial con  oro líquido. Todo, con fines decorativos".
Mr. John Clun
               Nos agrega don Fernando que el uso y control del oro líquido estaba bajo la responsabilidad de los señores Luis Díaz Boneu y John Clun, un súbdito británico que fue contratado en Gran Bretaña para encargarse del asunto estético de la producción en la fábrica de Penco. Era conocido en Fanaloza como mister Clun.
               En su nota, el señor Pulgar nos escribe: “Este oro líquido era logrado por un procedimiento especial de disolución que incorporaba al oro sólido algunos fundentes y adhesivos orgánicos tales como goma arábiga, goma tragacanto, esencia de trementina, etc. para mayor fluidez y homogeneidad en el barnizado. Deduzco que este metal valioso procedía de Inglaterra junto con las calcomanías”.
               Se trabajaba con estos elementos en la sección Decorados de Fanaloza, ubicada en el complejo industrial ubicado en la manzana de Toltén, Freire, Infante y Cochrane que hoy ya no existe. Allí trabajaban operarios y operarias expertos y expertas en el uso del pincel, muchos de ellos y ellas, verdaderos artistas. A cada uno de estos trabajadores se le asignaba un pote de este preparado de oro, un pincel y un paño, para el limpiado. Ellos hacían los filetes dorados en los platos y tazas ayudados de un torno individual.
LOS "PAÑOS SUCIOS" CON ORO EN FANALOZA
               Nos dice el señor Pulgar: “Los pinceles usados eran limpiados por esos paños, los que se acumulaban  y eran enviados a Fanaloza-Carrascal de Santiago para proceder a la recuperación del oro que portaban”.
               Sin embargo, al parecer, este trámite no duró por mucho tiempo, según el relato de don Fernando: “El Sr. Eduardo Díaz B. me pidió que con los medios disponibles en mi Sección de Colores y Barnices, tratara de recuperar este oro en Penco.
Fachada de la antigua administración de Fanaloza
en la esquina de Infante y Cochrane.
De modo que,  empecé a recibir en forma periódica paños sucios con oro, los cuales incineraba en el horno eléctrico de mi Laboratorio en vasijas refractarias  llamadas copelas.  Se obtenían así pepas de oro las que se pesaban en una balanza de precisión y eran entregadas de inmediato a mi Jefe don Eduardo Díaz B. Nunca supe de extravíos o de medidas de seguridad especiales sobre este oro”.
               En la nota que me envió don Fernando Pulgar Ávalos agrega: “Amigo Nelson: Es todo lo que puedo aportar sobre el Oro, que te preocupa, ya que yo estaba dedicado a producir los Colores y Barnices básicos y necesarios para la Vajilleria , los Azulejos y los Artefactos Sanitarios que se fabricaban en Fanaloza-Penco.
                                 Saludos: Fernando Pulgar Ávalos”
Don Fernando Pulgar Ávalos, a la derecha, con el autor de esta nota 
en su casa de Viña del Mar. (Foto de nuestro archivo).
 

LA NOCHE EN QUE DEBUTARON LOS TENEDORES EN LAS MESAS DE PENCO HACE MÁS DE 400 AÑOS

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Componentes de la alimentación de las élites españolas en tiempos de la Colonia.

El tenedor, considerado por la
Antropología, el utensilio
que inició la modernidad.
            Al día siguiente de ese 9 de febrero de 1601 (también se dice que fue 2 días después, el 11), cuando llegó el gobernador Alonso de Ribera, suponemos que se hablaba en todo Penco acerca de una nueva modalidad en el comer, usando un utensilio extraño, que no era ni cuchara ni cuchillo y que llamaban"tenedor" y que, además, exigía ser un experto para manejarlo.  Trajo e introdujo esta novedosa y desconocida pieza del cubierto en las colonias la ilustre nueva autoridad que arribó para asumir el cargo y a quien acompañaban 200 soldados españoles. Estas piezas del servicio se usaban en las refinadas mesas de la alta sociedad europea, las que le eran familiares a don Alonso. 
           Luego de desembarcar frente al Fuerte La Planchada, procedente de España con una breve parada en Perú, se cumplieron los exigentes protocolos del cambio de mando.  Así entregaba la plaza el gobernador interino, don Alonso García de Ramón. Aquella debió ser una ocasión especial de formalidades. Sin embargo, paralelo a ese ceremonial propio de la presencia de un gobernador nombrado en España nada menos que por el rey Felipe III,  creemos —con pocas posibilidades de cometer un error histórico grave—, que hubo otra actividad simultánea y más doméstica: la llegada del equipo de cocineros perteneciente al séquito del nuevo jefe. No tenemos una respuesta para la pregunta acerca del plato que le sirvieron a don Alonso de Ribera para cenar en la recepción oficial aquella, su primera noche en Penco. Recordemos, eso sí, que al momento de la conquista, la dieta europea consistía principalmente de pan, aceite de oliva, aceitunas, carne, charqui y vino, según un estudio publicado por el sitio food is power *, que firma la doctora Linda Álvarez.
             Sabemos poco de la cocina pencona del siglo XVII. Así que nos apoyaremos en la historia sobre la alimentación en general en la conquista. Dice el informe de la Dra. Álvarez: “Cuando los españoles llegaron, encontraron aquí a los mayas, a los aztecas y a otros pueblos indígenas importantes. La tierra que esos pueblos habitaban era fértil y había abundancia de cultivos como los frijoles, las calabazas, los chiles (pimientos y ají), los aguacates (paltas), las guayabas, la papaya, los tomates, el cacao, el tabaco, el maguey, el maíz y la yuca”. 
LOS "BUENOS" ALIMENTOS
Don Alonso de Ribera, gobernador de la
Capitanía General de Chile. 
        En los tiempos del descubrimiento de América, los peninsulares clasificaban los alimentos en “buenos” (los europeos) y los “malos” (los de origen local). A raíz de las quejas por la falta de comida española, la corona ordenó, que los colonos la cultivaran y la produjeran en el Nuevo Mundo. Fue así como en el 1600, las vacas, cerdos, ovejas y cabras que no se conocían acá se contaban por cientos de miles en el continente. El primer embarque de estos animales, junto con los caballos, llegó en el segundo viaje de Colón en 1493. Hay que considerar que entre el descubrimiento y la llegada de don Alonso de Ribera a Penco habían pasado más de cien años y transcurridos 50 desde la fundación de Concepción en Penco,  un lapso preciso para que los conquistadores produjeran acá mismo carne de res, trigo, quizá viñedos, olivares y lo demás, o sea “alimentos buenos”.
              En Europa la pertenencia a una clase social se notaba por las comidas. Las élites consumían pan, carne y vino. Según el texto de food is power, “los pobres no podían darse tales lujos y se limitaban a comer cebada, avena, centeno y verduras. Los vegetales también se clasificaban según una escala social. Los tubérculos, por ejemplo, a veces no se consideraban como un alimento apropiado para las clases altas por crecer bajo tierra. Preferían frutos provenientes de los árboles, cosechados lejos de la suciedad del mundo común”.  Pero, en América, y suponemos que en Penco, la carne debió ser abundante y no un lujo como en España.
            Pero, volvamos al comienzo de esta historia, el día de la llegada del nuevo gobernador a Chile. Creemos, y esto es pura especulación, que como los cocineros que traía la nueva autoridad tenían que habituarse primero a los alimentos frescos de Penco pudo ser que la cena de recepción oficial, por seguridad, haya incluido un menú preparado en la cocina del buque principal y llevada a tierra en botes para festejar la asunción del nuevo gobernador, con tenedores sobre las mesas...


*Sitio web:    http://www.foodispower.org/es/colonialismo-en-la-alimentacion/

La llegada del Gobernador, según el diorama de Zerreitug, expuesto en el Museo de Penco.

LA "LLUVIA" DE CHISPAS QUE ARROJABAN LAS INOCENTES LOCOMOTORAS QUE PASABAN POR PENCO

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Una locomotora a vapor arrastrando un convoy de pasajeros a la salida de Lirquén hacia Tomé, seguramente el llamado tren local o tomecino. La fotografía, captada al parece en el sector de La Cata (década del 60), fue cedida a nuestro blog por el vecino y empresario de Lirquén  don Jorge Nova.

            Si bien entonces había incendios forestales, no eran una plaga y si se investigaba su origen casi siempre se llegaba a una explicación del porqué. Una de las situaciones más curiosas en este contexto –y que además constituye un ejemplo– era el empleo por parte de la empresa FF.CC. del E (Ferrocarriles del Estado) de locomotoras a carbón en sus ramales las que pese a arrojar algo de fuego por sus chimeneas no fueron la causa del inicio de un incendio (aunque sí, alguna vez los hubo). Sin embargo, de haber sido así en forma generalizada, es cosa de imaginar las cantidades que hubieran originado. Los trenes arrastrados por esas locomotoras clásicas cruzaban campos y bosques donde el fuego podía estallar al más mínimo contacto de una chispa. Y qué decir, la cantidad, si no “la lluvia” de chispas incandescentes que arrojaban las locomotoras y que caían en esa condición por todas partes. Sin duda que aún debe haber gente en Penco y Lirquén que recuerda, que esas chispas entraban también en los vagones cuando ventanas quedaban abiertas a la pasada del túnel de Punta de Parra. Había que tener cuidado de que no golpearan en los ojos de los pasajeros.
               Y nos hemos referido aquí solamente a los chispas que salían expulsadas por la chimenea algo disimuladas por el denso humo generado por la combustión del carbón mineral llamado también carbón de piedra. Pues bien, a esa característica había que agregar que una brasa ardiendo saltara desde la caldera y cayera a la línea y los durmientes de madera. Aunque menos frecuente, eso ocurría, a veces producía un fuego reducido al durmiente alcanzado por la brasa, el que no seguía  más allá. Testimonios de durmientes quemados por esa causa había constantemente a lo largo del trazado. 

SORPRENDENTE PARECIDO ENTRE UN EDIFICIO DE POLONIA Y EL EX MERCADO DE CONCEPCIÓN

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Vea usted la similitud de ambas construcciones.

                   Expresiones de asombro e incredulidad entre miembros de la Sociedad de Historia de Penco (SHP), suscitó la foto que les mostró el presidente de la entidad, Jaime Robles, que él captó en una sala de exposiciones sobre arquitectura en Berlín, durante su reciente visita a la capital alemana, y que muestra un edificio de gran parecido al antiguo mercado municipal de Concepción de calle Caupolicán que se incendió el 2013.

                Según la lectura en inglés y en alemán que acompaña a la imagen, el edificio fue un centro industrial que se levantó alrededor de 1932 en Gdynia, el puerto pesquero polaco del Báltico. Añade el texto que para algunos la estructura hace referencia a las cuadernas y casco de un barco, otros ven en el edificio lateral balcones de viviendas o el puente de un capitán. Y hay quienes dicen que la idea evoca los hangares de la aviación que se construyeron entre las dos Guerras Mundiales. El edificio es innovador y pertenece a la tendencia Bauhaus que se imponía en el norte de Europa. Sin embargo, aunque siga habiendo interpretaciones poéticas o estéticas sobre la forma y la línea, definitivamente para nosotros los pencones “ese edificio era igual al mercado de Conce”.
Expuesta a la indiferencia luce sus estructuras
desnudas el ex mercado municipal.

      El arquitecto del ex mercado penquista, hoy abandonado con todos sus huesos expuesto al sol y la lluvia, fue el húngaro Tibor Weiner, quien siguió el modelo del flamante edificio de Polonia. Weiner llegó a Chile en 1939 procedente de Francia. La prensa penquista ha dicho que venía a bordo del “Winnipeg”, pero no existe evidencia que haya sido así. Se sabe que a Valparaíso arribó algún tiempo después del barco contratado por Pablo Neruda para traer a ciudadanos españoles que huían de la guerra civil. Igualmente, Weiner vivía atemorizado y necesitaba un refugio, puesto que aquel ambiente pre bélico, incierto y de furiosas persecuciones contra los judíos e izquierdistas en Alemania durante la década del 30 amenazaba con extenderse y hacerse más brutal.
TIBOR WEINER (1906/1965).
        Para el medio arquitectónico y académico chileno, el arquitecto húngaro venía empapado de la revolucionaria escuela de Bauhaus que surgió en la ciudad alemana Weimar en 1919 y cuyo fundador fue Walter Gropius. La Bauhaus constituyó una corriente innovadora, irruptiva, en el diseño, la arquitectura y el urbanismo, de enorme impacto especialmente en el mundo de la arquitectura. Sin embargo, el nacismo que comenzaba a crecer, cortó las alas de sus adeptos y cultores, quienes debieron emigrar de Alemania para continuar sus proyectos inspiradores. Tibor Weiner buscó refugio en la Unión Soviética con otros colegas, siguiendo los pasos de su maestro Hannes Meyer, expulsado este último de la dirección de la Bauhaus. En Moscú ejerció la docencia en la Escuela Superior de Arquitectura moscovita de 1931 a 1932. Trabajó también en proyectos sociales y públicos. Pero, allí lo que parecía una taza de leche al poco andar se convirtió en un infierno. Las purgas iniciadas por el régimen de Stalin le significaron la expulsión en 1937 de la URSS. Se vio obligado a viajar París donde conoció a la periodista Judith Vajda, también húngara, con quien se casó y con ella se embarcó rumbo a Chile en 1939. 

           Ya en nuestro país y luego de participar en varios proyectos, después de 5 años en Chile su amigo el ingeniero estructural, de origen húngaro, Carlos Sandor, lo contactó con la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile donde fue admitido en virtud de sus méritos justo cuando allí había una ebullición por cambios y modernización. En 1946 en esa unidad académica se convirtió en uno de los adalides de la reforma de la enseñanza de la disciplina que exigían los estudiantes quienes buscaban ideas nuevas especialmente las que provenían de Europa. Sin embargo, en 1948 Weiner debió abandonar el país por su postura de izquierda con su esposa y sus dos hijas chilenas. La entrada en vigencia de la llamada “Ley Maldita” que dejó a los comunistas al margen de la legalidad  implantada por el presidente González Videla no le permitió otra opción. La esposa de Tibor, Judith estaba enlistada en el partido y ejercía en el diario El Siglo, órgano de prensa del PC.  Weiner y su familia regresaron a Budapest. Murió en 1965 en su Hungría natal.
Profesores y arquitectos despiden a Tibor Weiner en el aeropuerto de Los Cerrillos, 1948. Foto tomada de www.plataformaarquitectura.cl
El magnífico y elegante edificio de la Intendencia de la Región de Ñuble, obra de Weiner,.
La huella de Tibor Weiner permanece imborrable en el cuartel de bomberos de Chillán. Foto tomada de chillanhistoriaytradicion.blogspot.com
           El arquitecto chileno Daniel Talesnik en un trabajo de investigación para la Universidad de Chile se enfocó en la vida profesional y académica de Tibor Weiner. Enumera algunas de sus obras más conocidas: diseñó junto a Ricardo Müller la última etapa del Estadio Nacional, la que fue materializada después de su inauguración; construyó casas en Ñuñoa y Recoleta, también proyectó el inmueble de la Caja de Ahorros de Avenida Matta (hoy sucursal de Banco Estado); en Chillán proyectó el magnífico edificio que es hoy la Intendencia de la Región de Ñuble y el rupturista inmueble del cuerpo de bomberos de esa ciudad. Y, por último, nuestro recordado mercado de Concepción que rememora, según podemos constatar hoy,  aquel innovador centro industrial de Gdynia.

           Simplemente para que vean, toda la historia que puede existir detrás de una simple fotografía...
El Centro Industrial de Gdynia, Polonia, 1932. (Foto de Jaime Robles).
  
     


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