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Onofre Pino, el gran arquero que se inició en Penco. |
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Onofre Pino, con rodilleras, pero sin guantes |
Tuve la suerte de ver jugar a Onofre Pino en el Campeonato Regional de Fútbol, el arquero estrella de Fanaloza. Pero, nunca tuve la fortuna de hablar con él como siempre fue mi deseo. Era de Penco, vivía en el sector de Corea que hoy equivale a Cerro Verde Alto. Se venía caminando a entrenar y a jugar. A pesar de ser una persona introvertida, Pino tenía un magnetismo arrollador: sus compañeros de club lo querían, era respetado en el entorno futbolero y los árbitros le tenían gran estima. Mientras defendió a Fanaloza Onofre Pino vestía en la cancha una chomba negra (era la influencia de Yashin, la “araña negra” de la selección soviética, guardavallas admirado en el mundo entero). Como arquero de canchas de tierra debía usar rodilleras, para que una caída al suelo no resultara en erosiones. Jamás lo vi con guantes, como ocurre con los arqueros profesionales de hoy. Con sus manos desnudas atajaba, puñeteaba balones al córner, desviaba pelotas envenenadas luego de voladas espectaculares. Los esféricos de esos años eran confeccionados a mano y remendados donde el zapatero de la esquina. El cuero húmedo se impregnada de tierra o de arena, había que ser valiente para interceptar un tiro libre con las manos peladas. En ese mundo se desempeñó Onofre Pino en Fanaloza. Después pasó a defender a Fernández Vial y más tarde a Huachipato, club en el que terminó su carrera. Tuvo un par de experiencias internacionales. En una ocasión para enfrentara a Cerro Porteño de Paraguay, fue el arquero de un combinado regional. Pero, tal vez su cometido más importante ocurrió en el Estadio El Morro de Talcahuano. El 13 de febrero de 1963 defendió a Naval frente a Santos de Brasil, con Pelé a la cabeza. El recinto estaba colmado por veinte mil personas, según la prensa de la época. Pino tuvo atajadas extraordinarias frente al poderoso equipo brasileño. Pero, Naval cayó ante Pelé por 0-5. El rey hizo dos goles, uno de cabeza. Pero, Pino interceptó en la raya un gol que pudo ser el sexto de chilenita de Pelé.
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El gran arquero de produjo Penco. |
Cuando Onofre Pino dejó Fanaloza, el equipo locero contrató al meta de Ferrobádminton de Santiago, Gustavo Piturra, con el fin de darle tiempo a que se fogueara un juvenil pencón: Omar Soto. Piturra hizo un trabajo brillante en el cuadro locero y se convirtió en una vara muy alta para Soto, quien vendría después. Soto había hecho sus primeras armas en Atlético de Penco, mientras que Onofre Pino había comenzado a los 17 años jugando por Gente de Mar. Su fallecimiento ocurrió en junio de 2012 y valga este texto como un modesto homenaje.
El periodista y narrador deportivo Max Wenger nos recuerda a continuación un episodio anecdótico en la carrera profesional de Onofre Pino que se desarrolló fuera de una cancha de fútbol:
UNA GOLEADA
QUE NUNCA FUE
Por Max Wenger, desde Pucón
Eran los buenos tiempos del Campeonato Regional de Fútbol de Concepción, de carácter semi-profesional, a comienzos de la década de los 60.
El certamen convocaba a importantes clubes desde Linares hasta Temuco, pasando por Chillán, Tomé, Penco, Chiguayante, Talcahuano, Lota Coronel, Los Angeles y, naturalmente la capital penquista.
Uno de los más afamados animadores de ese campeonato era el Club Arturo Fernández Víal, popularmente nombrado como el Vial o "el Vialito", de gran arraigo popular por su estilo de mucha garra, vehemencia y luchador.
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Pino en entrevista de televisión en 1988. |
Su hinchada no le iba en zaga y seguía a la enseña aurinegra a todos los escenarios del torneo, con gran entusiasmo y fervor en medio de una euforia permanente.
La portería del Vial era custodiada por muchas temporadas por un joven muchacho, delgado, ágil y de grandes condiciones. Su nombre, Onofre Pino, quien sumaba a esas características una modestia y sencillez infrecuente entre los futbolistas de estos tiempos.
Los aficionados le tenían suma confianza a su guardameta y lo demostraban con sonoras ovaciones y aplausos ante cada atajada de Pino, quien pudo fácilmente escalar hasta un club capitalino de haberlo querido, pues se cree que su propia timidez lo frenó.
Una sombría tarde dominguera de invierno, ocurrió sin embargo una situación que no es ajena a las veleidades del fútbol. El Vial fue goleado sin piedad en la cancha de "El Morro" de Talcahuano, probablemente por el poderoso Naval, de directo vínculo con la Armada.
Una humillante goleada de 5 goles a 1, dejó mudos primero a los hinchas y luego los motivó a reforzar su apoyo al club de sus amores.
En uno de los diarios de Concepción que, al igual que las radio-emisoras, destinaba amplios espacios al certamen, ocurrió un hecho que con el correr de los días se transformó en otra anécdota que jalonó los entretelones del popular deporte en la vasta zona centro-sur del país.
Por uno de esos errores "ajenos a la voluntad" de nadie y de todos, apareció en la edición del día siguiente el consabido comentario analítico de la derrota vialina, el recuento a minuto a minuto de las principales incidencias del juego y una reseña pormenorizada, individual, de la actuación de cada uno de los 22 o más jugadores que habían sido los actores del partido.
En la citada reseña, el famoso periodista Luis García Díaz, a quien todo el mundo llamaba "El Maestro", por su atildada redacción, su aguda pluma y su chispeante humor, escribió así:
"ONOFRE PINO: Un desastre. Una pobrísima actuación, que nadie se explicó ayer. Pareció un fantasma bajo el arco. Irreconocible labor del guardameta, a quien le pasaron goles hasta por debajo del abdomen."
Y así seguía la reseña con otros nombres de jugadores, uno por uno.
El asunto no habría revestido más importancia, en tiempos en que los futbolistas sentían verdadero respeto por el periodismo y no se daban casos de divismo y soberbia agudos como sucede en la actualidad.
Sin embargo, al día siguiente por la tarde, luego que el diario había circulado profusamente por toda la zona, apareció en la redacción del el mismísimo Onofre Pino, vestido formalmente de cuello y corbata, con su habitual sencillez y modestia.
Quería hablar con "El Maestro" y así le fue transmitido a éste por un auxiliar.
--¡Hola Pinito, como te va! ¡Qué se te ofrece! díjole El Maestro García.
--Pucha, Maestro...me tiró a partir en el diario con su comentario, poh...
--Qué le vamos a hacer, respondió el periodista. Tú sabes que cuando uno de ustedes juega mal, no está en su tarde, tenemos que decirlo nomás...Para eso están los diarios, pues.
--Sí, está bien, casi susurró Onofre Pino...pero lo que pasa es que la goleada no me la hicieron a mí...Yo no jugué porque estaba resfriado con grippe, explicó compungido el guardavallas vialino...
--Pero ¿cómo? ¿Quién jugó entonces, pos hombre? preguntó sorprendido el experimentado periodista.
--Jugó Peña que es el suplente y como yo casi nunca fallo no lo conocen mucho, apuntó Pino.
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Onofre Pino defendiendo a Fernández Vial. |
El Maestro muy cazurro y canchero, se dio cuenta que se había cometido un error entre Pino y Peña, apellidos de cierto parecido gráfico, y expresó entonces con toda convicción:
--Mira, Pinito, este asunto lo vamos a solucionar muy fácilmente... Cuando tú juegues mal en algún otro partido y te pasen muchos goles, entonces sencillamente vamos decir que jugó Peña...¿Qué te parece? Así van a quedar mano a mano...¿De acuerdo?
---Bueno Maestro, usted verá, pero yo lo único que le pido es que no me vaya a meter en líos...musitó el gran portero vialino.
Y se despidió caballerosamente, retirándose de la redacción tan silenciosamente como había llegado.
Ésta seguramente no debe ser la única anécdota que vivió Onofre Pino en su dilatada y brillante trayectoria deportiva. Sí deja en claro que el respeto por los medios, el periodismo y los periodistas alcanzaba de sobra entre muchos futbolistas para disculpar errores involuntarios aunque perjudicaran algo divertidamente su propia imagen deportiva.
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